Yo, Lario Turmo el inmortal, desperté y vi que era la primavera, que la tierra se había vuelto a cubrir de flores.
Paseé mi vista por mi bella morada, contemplé el oro y la plata, las estatuas de bronce, los vasos de figuras rojas y las paredes cubiertas de frescos. Sin embargo no me enorgullecí, porque quien es inmortal, en verdad nada puede poseer.
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