Wednesday, March 05, 2008

El nacimiento de Arsenio.

Muros acolchados y blancos lo rodean; la ventanilla de la puerta metálica sólo se abre para dejar entrar voces, voces que nunca entiende, ni se esfuerza en entender; la puerta no se abre, nunca ha visto que se abra; las ventanas… no hay ventanas, el aire siempre está sofocado y fétido; el piso, también acolchado y de un blanco viejo y sucio, le sirve de cama, de mesa, de todo.
Vive ahí desde hace dos años, cinco años, veinte años, quién sabe, nadie lo recuerda, o no lo quieren recordar. No ha hablado desde que llegó, no puedo creer cómo puede durar tanto tiempo sin abrir la boca, tal vez es mudo, pero no lo creo. Su silencio me desespera; sus ojos, rojos y brillantes, siempre mirando a la nada, me atemorizan; su mirada, penetrante, como de muerto, me da pavor.

Se mueve muy poco, sus movimientos son rápidos, bruscos, repentinos y cortos, pero siempre mirando a la nada. Parece como si estuviera concentrado haciendo algo muy importante, pero no hace nada. Siempre está en la misma posición: en cuclillas, mirando a la nada, abrazando sus rodillas, y con la cara entre ellas.

No se cuál es el motivo de su encierro, no se cuál es su enfermedad, nadie sabe nada de él, o, mejor dicho, nadie quiere hablar de él. Su expediente está en blanco, ni siquiera su nombre aparece ahí, lo cual es muy extraño. Alguien debió haberlo borrado todo.Yo lo llamo “Arsenio” porque, al igual que él, este nombre me causa un miedo inmenso. Nunca he conocido a nadie con este nombre, ni espero hacerlo, saldría corriendo como loco. Por otro lado, tampoco le he mencionado a nadie el apodo que le he otorgado, creo que se burlarían de mí y no me gusta cuando eso pasa.

A veces creo que los demás no saben que él está aquí, probablemente se olvidan de él debido a su silencio, pero nunca he visto que le entreguen comida, nunca lo he visto comer, nunca he visto que nadie se acerque a su “cuarto”, tal vez solo vive del aire que respira, tal vez ya murió y su cuerpo quedó petrificado…no, no lo creo, lo he visto moverse, pero no lo he visto comer.
No entiendo de donde me viene el miedo que siento por él, si apenas se mueve. Tal vez es por su mirada, roja y penetrante, siempre fija en la nada, mirando sin mirar, se da cuenta de todo sin verlo siquiera. Cuando me acerco a su “cuarto” se me erizan los cabellos y la piel, me tiemblan las manos, y no se porque.

Algunas veces me veo obligado a quedarme hasta entrada la noche haciendo labor de papeleo. Lo hago regularmente por que hay mucho trabajo y poco personal, pero no me gusta porque me quedo solo.

Hace poco, en una de esas noches de desvelo, el guardia había ido por un café dejándome completamente solo en un edificio casi desértico, inmediatamente el miedo me invadió y comencé a caminar apresuradamente, no sabia a donde me dirigía, simplemente caminaba, algo me movía, tal vez una sombra, no lo sé. Al cabo de unos minutos de caminar sin rumbo noté que mis pasos me dirigían al “cuarto” de él, traté de evitarlo, pero sin éxito, no pude detener mis pasos, la fuerza que me guiaba era más fuerte que yo, no pude detenerme. Después de un momento de caminar bajo marchas forzadas, llegué al “cuarto” de él, y lo primero que noté fue que la puerta de éste estaba abierta y no había ningún guardia en ella. Temblando, me acerqué lo más que pude para echar un vistazo dentro del “cuarto”… estaba vacío… no había nadie ahí. Inmediatamente corrí a buscar al guardia, pero no lo encontré, pareciera como si se lo hubiera tragado la tierra.

Al día siguiente busqué al encargado de las celdas y le conté lo que me había sucedido la noche anterior. La única respuesta que conseguí fue una estruendosa carcajada. Durante el almuerzo lo volví a abordar y de nuevo se burló de mí, pero esta vez le pedí una explicación. Y su explicación fue la siguiente:

–La celda que me mencionas tiene varios años desocupada, no es raro que estuviera abierta y vacía. No veo porque razón te asustas con ello.

Esta explicación fue suficiente para que yo saliera corriendo del lugar en el instante, me excusé con que me sentía mal y me fui a mi casa. Durante varias semanas no pude dormir por el pavor que me inspiraba el que una persona que no existe me diera miedo. Era imposible, yo lo había visto muchas veces, no podía ser que no existiera, no podía ser un producto de mi mente, simplemente era imposible que esto fuera real.

Por fin, después de mucho tiempo, pude dormir, aunque fue un sueño pesado plagado de pesadillas. Al día siguiente me dirigí al trabajo, fue un día normal, como todos los demás. Desde aquel día yo no me había acercado al “cuarto” de él, y este día no fue la excepción. El día estuvo tan tranquilo que pensé que esa noche si iba a poder dormir tranquilamente, pero no tenía idea de la sorpresa que me esperaba.

Llegué a mi casa un poco tarde por el tráfico, arrojé mi chamarra sobre la barra de la cocina, como siempre lo hacía, abrí el refrigerador y tomé una manzana, me serví un vaso con leche y me dirigí a la sala para ver la televisión un poco, antes de dormir.

La manzana y el vaso con leche resbalaron de mis manos y me quedé completamente paralizado, no pude moverme, quería correr, pero no pude dar ni un paso.

-Tú no existes, ¡no puedes estar aquí!-Si no existiera no estuviera aquí. –contestó Arsenio, sentado en mi sillón.

Caí desmayado y no volví a saber nada hasta el día siguiente. Desperté en mi cama, con mi pijama puesto, lo último que recordaba era que estaba en la sala y con mi uniforme del trabajo, entonces me acordé de Arsenio y estuve a punto de desmayarme de nuevo.

No podía creerlo, él se había presentado en mi hogar, había escapado de su “cuarto”, andaba suelto, me buscaba… me tenía. Fue entonces cuando la paranoia se apoderó de mí, fue entonces cuando supe la verdad: él venía por mí.

-Si no existiera no estuviera aquí.

No podía dejar de repetir esa imagen en mi cabeza tratando de encontrar un error para convencerme de que era ficticia, pero no lo era. Comencé a faltar muy seguido al trabajo, no podía mantenerme atento en nada, por mi cabeza solo pasaba esa imagen. Simplemente no me la explicaba, ¿realmente pasó?, ¿realmente estuvo aquí?

-Si no existiera no estuviera aquí.

Pero no existe, ¿por qué lo escuché hablar?… si no existe, ¿por qué lo vi?… si no existe, ¿por que…? si no existe. Tal ves debiera ir con un psiquiatra, no, me internaría en un manicomio y yo no estoy loco. Pero es que no puede existir, no puede ser cierto.

Al cabo de varias semanas sin poder dormir tranquilamente, el cansancio se hizo presente y me sumí en un sueño tan profundo que nada me hizo despertar. En el sueño lo vi todo claramente: Arsenio no venía por mí, él había logrado su cometido aquella noche en la sala de mi hogar, no venía por mí…

Desperté aterrado, paranoico, desesperado… la verdad había sido revelada. Lo que me había dicho el “carcelero” era cierto, su “cuarto” estaba vacío desde hacía mucho tiempo. Estaba vacío, no porque el interno se hubiera escapado sino por que nunca hubo nadie ahí. Ese “cuarto” llevaba años desocupado y Arsenio nunca había estado en él.

Bajé a la cocina para desayunar…

-El desayuno ya está listo –me dijo una voz que me parecía familiar, pero que no pude identificar. Su voz era tan imponente que, aunque yo sabia que era un extraño, por que no tengo sirvientes, terminé por sentarme a la barra sin hacer objeción alguna.
-Espero que te guste –volvió a decir la voz, pero esta vez si la identifiqué: Arsenio.
-¿Qué haces aquí? –renegué.
–Te preparo el desayuno –contestó con un tono sarcástico.
–¿Qué es lo que quieres de mí? –le pregunté al tiempo que comenzaba a irritarme.–Yo no quiero nada tuyo –contestó y me dejó con la boca abierta.
–Entonces ¿por qué me molestas?
–Por que ése es mi trabajo…
–Si no vas a contestar por lo menos dime cuál es tu nombre.
–Arsenio, no lo recuerdas, tú me bautizaste así.
En ese momento desapareció como por arte de magia. No había lugar a dudas, lo que me fue revelado en el sueño era totalmente cierto. ¿Quién es Arsenio? La pequeña charla que acaba de protagonizar junto con él me acaba de contestar, la pregunta correcta es ¿Qué es Arsenio?
El ser al que más le temo, lo único a lo que realmente le tengo miedo, no existe.
Arsenio esta en mí.
Arsenio está en mi mente.
Arsenio… soy yo.

2 comments:

jac said...

Este es mi primer cuento, lo escribi hace aproximadamente un par de años... se que no es perfecto, pero espero que les guste.

Nohemí Montoya said...

Eres creativo.

y sobre mi blog, de hecho
son cosas que se publican en Ehui.com

=)

obviamente no hablo así

las subo pq es requisito de una materia


saludos